Por Agostina Montaño
En la provincia de San Juan uno de los mayores desafíos para monitorear en la actualidad es la autocensura. Los medios de comunicación de la provincia, sin importar si se trata de los más grandes y con más personal o las radios máspequeñas, dependen todos de la pauta del Gobierno de San Juan.
Con el reciente cambio de gestión esto se sigue sosteniendo y hay ciertos temas de los que todavía no se puede hablar o escribir, sobre todo si perjudican al Ejecutivo.
Acostumbrados a esta situación, es cada vez más difícil monitorear o detectar atropellos a la libertad de expresión de los periodistas porque ciertas prácticas están naturalizadas y se acepta en la mayoría de los medios que hay cosas sobre las que “no se puede escribir”.
A tal punto llega esta asimilación que ni siquiera los propios trabajadores lo ven como algo que está mal, sino que forma parte de la labor diaria.
Esta realidad se agrava en departamentos alejados, a dos, tres o cuatro horas de la ciudad de San Juan donde han proliferado las radios o pequeños diarios digitales que funcionan con apenas dos o tres periodistas que ni siquiera saben sobre la existencia de FOPEA y mucho menos conocen el trabajo del Monitoreo de la Libertad de Expresión.
La situación económica y los despidos en todo el país tampoco son ajenos a San Juan, donde lo importante para muchos hoy es cuidar su puesto laboral y, para ello, prefieren no reportar ciertas situaciones que se dan en el interior de las redacciones, las radios o inclusive en la calle con algunos funcionarios gubernamentales.