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Por Mariana Gerez
El ejercicio del periodismo atraviesa momentos convulsionados. Colegas de Mar del Plata y la región no son ajenos al señalamiento y difamación que desde el poder político nacional se profesa hacia nuestra tarea.
Si bien en esta zona del territorio bonaerense no ha habido en los últimos seis meses denuncias ni registros de ataques concretos a la libertad de expresión, es innegable que la arremetida de la dirigencia política nacional contra el periodismo, tiene su impacto.
El hecho de que en un pasado reciente no hayan surjido investigaciones que comprometan a los poderes del estado o empresariales, hace pensar que hay un temor tácito a la persecución y/o a la falta de respaldo pleno y confiable del medio para el cual se trabaja.
Mientras las audiencias reconocen la importancia del rol periodístico en cuanto a la visibilización de distintas problemáticas, desde el poder gubernamental no solo se lo menoscaba sino que también se insiste en rotularlo peyorativamente.
Bajo ese statu quo bien vale preguntarse ¿hasta qué punto no existe autocensura? Si la descalificación desde el Poder Ejecutivo Nacional socava la credibilidad de un colega nacional ante la opinión pública, ¿Cómo no va a afectar al periodismo local o hiperlocal al momento de efectuar su tarea?
Como monitores de FOPEA nos encontramos ante un enorme de desafío en cuanto a generar un espacio confiable y seguro para nuestros colegas, así como también instar a la denuncia y acompañamiento toda vez que, bajo cualquier modalidad, la libre expresión resulte amenazada.
